sábado, 2 de febrero de 2019

Si uno es diferente está condenado a la soledad

La frase del título de esta entrada, que es la primera entrada de este blog, pertenece a Aldous Huxley.
Para los que no lo conozcáis, Aldous Huxley fue un escritor y filósofo británico. Dos de sus obras mas conocidas son: "Un mundo feliz" y  "La isla". (En este enlace puedes encontrar sus libros)
A lo largo de mi vida he podido comprobar cuán cierta es esta frase, pero donde más sentido a cobrado ha sido donde vivo ahora, en una ciudad al sur de Alemania. Lo más probable es que no sea el hecho en sí de vivir en esta ciudad, sino el hecho concreto de ser extranjera en esta ciudad. Me encanta la cultura y la gente alemana pero como pasa con todas las culturas tiene cosas que me gustan menos que otras. Pues bien, he comprobado que en donde vivo actualmente es donde están más arraigadas las partes de la cultura alemana que menos me gustan. Si a esto le sumamos el hecho de que en todo el mundo está resurgiendo algo que ya debería de estar abolido y que no voy a nombrar aquí por su nombre sino que lo describiré. Es aquello que hace que determinados grupos de personas se sientan superiores a otros grupos de personas. En mi opinión no entiendo porque existe la envidia, el odio o el racismo. Creo que hasta que estos tres conceptos o sentimientos no dejen de estar presentes en los humanos estaremos muy lejos de ser una raza perfecta o superior, como muchos se creen que son.
Antes de empezar a relatar mi experiencia aquí y cómo me he sentido, quiero dejar claro que en todas las partes del mundo hay gente buena y gente no tan buena. Hay gente respetuosa y empática y gente que no lo es en absoluto. Existen millones de experiencias vividas por diferentes personas en esta ciudad. Esta es la mía:
No es la primera vez que vivo en Alemania, y los comienzos no han sido fáciles. Hoy quiero contaros una de mis peores experiencias aquí. 
Llegué muy ilusionada. Se puede decir que estaba cumpliendo uno de mis sueños. Estaba dispuesta a dar lo mejor de mi. Los primeros días fueron buenos pero rápidamente pude apreciar lo que se me venía encima. Una de mis compañeras de trabajo, que además tenía un cargo superior al mío, comenzó a hacerme la vida imposible. Lo hacía de una manera muy disimulada y muy retorcida, por lo que yo tampoco podía explicar con palabras lo que me estaba haciendo. Además de que ella llevaba mucho tiempo trabajando en esa empresa y yo era nueva. A mi no me conocía nadie y tenía miedo  que si decía la verdad  la gente no me creyese. 
He conocido a muchas personas de distintas opiniones, religiones, personalidades y culturas pero ninguna como esta mujer a la que llamo compañera solo por el hecho de haber trabajado con ella, pues de compañera no tiene nada.
Hasta que conocí a esta persona yo creía que no había gente mala en el mundo. Pensaba que la gente que hacía daño a los demás era por que tenías problemas, debilidades, miedos y cosas por aprender, pero ahora sé que sí existe gente mala. Gente que hace las cosas por pura maldad. 
Quizás os preguntéis porqué está mujer me trataba tan mal, pero no hay mucha explicación sobre eso. 
Puede ser por varios de estos motivos o por todos a la vez : maldad, racismo, envidia... 
Por eso he querido enlazar esta experiencia con la frase de Aldous  Huxley, porque cuando eres extranjera eres diferente a las personas autóctonas de ese país y a la mayoría de gente que te rodea y, si uno es diferente está condenado a la soledad.
A la soledad que se siente cuando ves que nadie te entiende. Cuando las personas que se encuentran físicamente más cerca de ti no comprenden tu cultura y que aunque estés muy adaptada a tu nuevo país siempre habrá cosas de tu propia cultura que te harán diferentes al resto y siempre habrá cosas que eches de menos. 
A la soledad de ver que las personas no entienden que lo que has vivido es un maltrato laboral y también un ataque racista. Y si me atrevo a decir que es un ataque racista es porque realmente lo es. Para mí eso es algo muy serio y no acostumbro a decir que las personas son racistas conmigo. Hay veces que no me siento bien cuando los alemanes me dicen ciertas cosas, pero sé detectar cuando se trata simplemente de un choque cultural y cuando se trata de racismo. El racismo existe, aquí, en España y en todo el mundo. Comienza por el miedo a lo desconocido y lo sufrimos los que somos diferentes, los que somos desconocidos para una determinada sociedad.


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